por Miriam | 23 Jun, 2020 | Blog
Cuando aparecieron los medicamentos psiquiátricos, fueron promovidos como remedio para abrazar la felicidad. La idea común es que dichos medicamentos representan una salida fácil para quienes no pueden controlar sus emociones y necesitan un poco de ayuda. ¿Pero es la única?
En México, al menos 10 millones de personas presentan cuadros de profunda tristeza y ansiedad generalizada. Las medicinas que regulan los neurotransmisores relacionados con los síntomas, parecerían una fórmula casi mágica: tienen efectividad en 60% a las 3 semanas de iniciar el tratamiento. Pero a pesar de sus beneficios requieren de un acompañamiento
La depresión provoca cambios a nivel cerebral, pero fue causada por una circunstancia externa como pérdidas, una ruptura amorosa, sentir no haber cumplido ciertas metas y al estrés que vivimos. La interpretación personal de dichos acontecimientos puede convertirlos en detonadores de una enfermedad.
Un psicólogo debe establecer un diagnóstico: sentir un vacío emocional no implica padecer una depresión profunda. En muchos casos una psicoterapia basta, pero en una situación crítica los fármacos son necesarios. Por lo general se prescribe el medicamento cuando los síntomas impiden al individuo ser funcional. Una depresión no es sólo una respuesta a la química cerebral. Por lo general, el individuo se deprime por circunstancias psicosociales y, una vez instalada la patología, se presenta el trastorno a nivel fisiológico. ¿Quizás algunas personas toman Prozac sólo para no sentir emociones que las perturban?
Una resistencia para el consumo de fármacos, además de sus efectos secundarios, consiste en que la sociedad tiende a etiquetar a los “enfermos”. Existen muchas creencias alrededor de los trastornos psiquiátricos, principalmente causados por falta de información, como la posibilidad de volverse adictos a los medicamentos, o que quienes los toman están “locos” o son débiles.
Lo más recomendable para salir del cuadro depresivo es la combinación de un fármaco y la psicoterapia. Asimismo, hay diversas actividades que pueden complementar el tratamiento y ayudar a salir de la depresión. No existe pastilla alguna que pueda incidir en la personalidad ni en la perspectiva de cada quien, por eso es fundamental llevar a cabo un proceso terapéutico en donde se exploren las causas del padecimiento.
Después de todo, el objetivo de una psicoterapia es ayudarnos a descubrir qué es lo que nos lastima. Al igual que las pastillas, no es un acto de magia, sino un proceso que implica esfuerzo y la capacidad de aceptar dónde y qué tan profundas tenemos las heridas y qué podríamos hacer al respecto para que nos lastimen menos… porque todos las tenemos y no todas siempre sanan con la misma facilidad.
por Miriam | 26 May, 2020 | Blog
Como seres humanos sentimos diferentes emociones. Entre las más básicas están la alegría, la ira, el asco, los celos… y la tristeza. Si bien es normal sentirnos tristes, e incluso a veces melancólicos, es necesario distinguir en qué momento se convierte en una depresión. Al tener miedo de contactar con la tristeza, puede hacerse más profunda escondiéndose detrás de otros sentimientos como el enojo o la ansiedad que enmascaran este sentimiento.
Ante esta circunstancia, es necesario identificar junto con un psicólogo si se trata de una depresión y cómo puede ser resuelta. Algunos signos que nos permiten diferenciar la depresión de la tristeza son:
– Pánico, que se distingue por ser un miedo exagerado e irracional.
– Sensación de impotencia extrema, es decir, sentir que somos completamente incapaces de resolver hasta la tarea más común.
– Temporalidad, es indispensable saber desde hace cuánto tiempo se siente esta tristeza profunda.
– Muchas veces puede haber reflejos en el cuerpo, como aumento o pérdida de apetito, diminución importante de la energía, cansancio continuo.
– El malhumor y/o el enojo constante son dos de máscaras favoritas de la tristeza. Así, se mantiene alejada de las demás personas e impide acercarse a tratarla.
– Sensación de vacío profundo, que se siente como una soledad, como que no hay nada que aportar o que sentir.
– Suceptibilidad, que se expresa al sentirse profundamente herido por algún o acción de las demás personas.
Si te identificas con alguno de estos síntomas, es importante que lo revises con un psicólogo. Tratar de salir de una depresión con cualquier remedio mágico o inmediato, no será beneficioso a largo plazo. Tu salud mental y emocional son lo primero para que tu entorno funcione mejor.
“Nuestro cerebro es el mejor juguete que se ha creado. En él están todos los secretos, incluso el de la felicidad” – Charlie Chaplin, comediante y actor.
por Alejandro Siles | 23 Abr, 2020 | Blog
Es en momentos como esos en que nos hacemos varias preguntas, entre ellas pueden ser: ¿Estoy deprimido? ¿Cómo sé si estoy triste o deprimido? ¿Este dolor va a terminar?
Imagina que el mundo se vuelve frío y gris. Donde te sientes dentro de un hoyo profundo del que no puedes salir. Más aún, mientras más tratas de salir, más te hundes porque incluso tus esfuerzos no son suficientes.
Una persona con depresión se ve en un espiral de dolor, donde incluso sus recuerdos, pensamientos y sueños le recuerdan que no está bien. Una persona con depresión ve como lentamente toda su vida empieza a verse afectada, cada una de sus esferas de vida (social, familiar, laboral, relaciones, etc.) empiezan a disminuir: simplemente no tiene energía para interactuar, para fingir. Lentamente su universo se va volviendo más pequeño para poder protegerse de su propia mente. El aislamiento y la sensación de no-pertenecer suele acompañar a los episodios de depresión.
Ahora, ¿Por qué unos sufren depresión y otras personas no? Si bien la depresión tiene varias raíces (no hay una fórmula que garantice que algo dará depresión al 100%), podemos entender que es una relación entre factores personales y algún evento que gatille el episodio.
Quiero que te imagines a cualquier persona. Sin importar quien sea, podemos afirmar que somos la suma de nuestras experiencias. Incluso desde antes de nacer, nosotros ya estamos experimentando el mundo. Esa información la vamos almacenando y sin darnos cuenta, va definiendo como vemos el mundo. Todo es almacenado: ideas, pensamientos, comentarios de otras personas, incluso lo que imaginamos. Todo es parte de nuestra complejidad y hace que al mismo tiempo seamos únicos.
Pero al igual que eso es lo que nos hace fuerte, algunas veces lo que nosotros interiorizamos no es lo más saludable. Al igual como podemos comer algo que nos enferma, algunas ideas/pensamientos pueden ser tóxicas.
Si bien todos tenemos ideas limitantes o tóxicas, algunas veces una situación actual las activa. Piénsalo así: ese niño que sentía que sabía hacer bien las cosas, lleva una vida tranquila hasta que ya mayor pierde su trabajo de manera intempestiva. Este gatillo confirma ese pensamiento y por otros factores esa persona desarrolla un episodio depresivo.
Digo episodio para empezar a diferenciar: sentirse deprimido no es tener Depresión (si, la mayúscula fue adrede).
Eso no significa que, si HOY te sientes miserable, que tienes que esperar 6 meses para pedir ayuda. No tenemos que esperar a que una enfermedad sea grave para buscar a un doctor. Una gastritis sin tratar puede volverse una úlcera el día de mañana. De mismo modo, el dolor y la tristeza de un episodio puede llegar a convertirse en una situación de tortura para una persona. Como dije antes, es normal sentirse triste, pero igual es normal buscar ayuda para poder sobrellevar el dolor que se siente.
por Miriam | 8 Abr, 2020 | Blog
Parte de llevar una rutina a cabo implica sentirnos productivos, eficientes y útiles: Realizar exitosamente un trabajo por el cual que recibamos un pago nos hace sentir valiosos. Acompletar las actividades extracurriculares de los hijos, nos permite saber que les estamos dando un desarrollo integral. Reír en una cena con los amigos nos demuestra que ocupamos un lugar irremplazable en nuestro círculo social, que le importamos a alguien. Cada una de estas actividades nos consolida como personas, nos recuerda los diferentes roles que jugamos y nos permite construirnos. Hacer un alto sin previo aviso a todas estas actividades puede cambiar nuestra autopercepeción… y con ello disminuir nuestra sensación de autoestima.
Estar ocupados durante el día nos hace evadir nuestras emociones en cierta medida, de manera que las dejamos fluir sin confrontarlas. Dejar a un lado el ajetreo y los horarios nos da tiempo de adentrarnos en nuestro ser. Así, tenemos oportunidad de observar más detenidamente y con mayor profundidad todo lo que se sacude en nuestra persona…. Aunque no estemos preparados.
El ambiente que se siente tenso e incierto -casi apocalíptico-, tener que convivir con nosotros sin distracciones, y la falta de rutina “normal”, suman la ecuación perfecta para resultar en una depresión. Es ahora el momento para usar nuestros recursos emocionales y psíquicos de manera que no nos desplomemos. Todas las fortalezas que hemos construido es ahora cuando debemos apoyarnos en ellas. Si siempre hacíamos ejercicio temprano, ahora no es el momento de parar. Si nuestros hijos solían estudiar por las mañanas, no es hoy el día para detenerlos. Es el momento exacto de ajustar nuestra rutina con las herramientas que nos han fortalecido y utilizar nuestros “ahorros” emocionales para salir adelante. No construyamos una depresión, reconstruyamos nuestro presente con la misma calidad que veíamos un futuro concreto.