Rendirse no es una opción

Rendirse no es una opción

Tenemos que entender una cosa: podemos perder batallas, pero jamás una guerra, y es que a veces pensamos que de esa no saldremos, vemos tan enorme el desierto que pensamos que moriremos en el, creemos que esa batalla es la última y en realidad lo nuestro no es una batalla, sino un guerra la cual aun no hemos perdido.

No escojas rendirte, jamás rendirse será una opción, porque no somos de los que nos rendimos, sino de los que siguen luchando, seguramente esta batalla que estás luchando no será la última que luches, sin duda que vendrán otras en las que te sentirás derrotado, pero tienes que entender que una batalla no dictará tu futuro completo, al contrario, de esa derrota puedes aprender algo bueno, para que en la próxima puedas vencer en ese mismo campo de batalla.

No estés pensando más en esa mala decisión de rendirte, sigue luchando, párate, toma tus armas, una sola batalla no determinará tu futuro, echa afuera toda clase de pensamientos de derrota y declara victorias para tu vida, cree en ti y jamás te rindas, sigue luchando.

El espacio personal en la relación de pareja

El espacio personal en la relación de pareja

No podemos reducir nuestra felicidad al tiempo que pasamos en pareja, somos más que un novio o novia, esposo o esposa, hay más parcelas en nuestra vida que debemos llenar con aquello que nos gusta sin ningún tipo de restricción.

La dependencia emocional con la pareja a largo plazo puede dañar nuestra autoestima, al sentir que sin la pareja no podemos hacer nada, no podemos disfrutar sin ella y además tenemos un miedo constante a que nuestra pareja rompa con nosotros, por ello debemos mantener nuestro espacio personal, ser capaces de vivir más allá de la relación de pareja, hay momentos que necesitamos dedicarlos a nosotros mismos y la pareja lo tiene que entender.

Las relaciones de pareja fusionales o simbióticas, en las que pasamos a ser una sola persona, no son sanas, ya que perdemos nuestra identidad y nos impiden nuestro crecimiento personal, es importante cultivar el espacio de pareja y el espacio personal por igual, de manera que nos desarrollemos como personas individuales para luego tener una vida más plena en pareja.

La ciclotimia

La ciclotimia

Lo normal son períodos breves, entre dos y seis días, con depresión y manía (euforia) alternantes con o sin irritabilidad, quien lo padece se ve envuelto en continuos cambios del estado de ánimo.

Habitualmente existe un “equilibrio” entre síntomas depresivos e hipomaníacos, predominando en la mayoría de los pacientes unos síntomas sobre otros (siendo más frecuente los depresivos), esta forma de sobrellevar el día a día puede desconcertar mucho a la persona que lo sufre, la edad de comienzo de este trastorno se sitúa en la adolescencia o principio de la vida adulta y afecta por igual a hombres y mujeres.

El diagnóstico de la ciclotimia se lleva a cabo en aquellos adultos que experimentan periodos tanto hipomaniacos como depresivos durante al menos 2 años, en niños y adolescentes basta con un año entero para su diagnóstico, existe un riesgo del 15-50% de que un paciente con ciclotimia desarrolle posteriormente un trastorno bipolar.

Vencer las fobias que nos paralizan

Vencer las fobias que nos paralizan

Sudoración, pensamientos irracionales y ansiedad extrema son algunas de las sensaciones que generan este trastorno detonado en apariencia por situaciones u objetos sin importancia.

Pero, ¿qué se esconde detrás de las fobias?

Las fobias se caracterizan por ser una reacción desmedida ante un estímulo que es inofensivo y que no pueden manejarse de manera racional. Es por ello que quienes las padecen pueden actuar de manera irracional y desmedida ante circunstancias que nosotros no veríamos como amenazantes. Al detectar el peligro reaccionamos instintivamente para preservarnos, pero cuando la reacción es excesiva deja ser un instituto de supervivencia para convertirse en un problema. Las personas que las padecen están conscientes de que su reacción es exagerada, pero no pueden controlar dichos brotes.

Ante esta situación, resulta necesario definir a el origen de dicha reacción, que puede variar de persona a persona. El miedo está condicionado, en gran medida, por situaciones  experimentadas en el pasado, que de manera consciente o inconsciente pueden dejar un rastro en el presente. Es decir, las fobias son desencadenadas por eventos que en su momento resultaron traumáticos, pero no es posible definir siempre de manera consciente. El miedo, a su vez, tiene la función de alejarnos del peligro. Las manifestaciones de las fobias son similares a las del estrés, y cualquier intento racional por contrarrestarlas resulta inútil. De esta manera, la vida cotidiana resulta profundamente afectada. Incluso, las fobias pueden ser desatadas por pensamientos aunque no hayamos tenido que enfrentar la experiencia traumática.

Vencer una fobia requiere de un trabajo en equipo con un psicólogo que ayude a rastrear el origen del pavor desmedido y pueda proveer estrategias. Asimismo, es necesario contar con la motivación suficiente para vencerlo, puesto que evitar el estímulo refuerza el miedo.

Recalcular nuestra realidad

Recalcular nuestra realidad

Desde hace algunos meses hemos estado viendo una “realidad alterna” que nunca imaginamos. Al principio del confinamiento, pesábamos que existía una fecha de caducidad para el encierro. Si bien muchas personas descubrieron trastornos emocionales como ansiedad y depresión que antes no padecían, otros encontraron un oasis de tranquilidad en su ajetreada rutina. Algunos se han dado la oportunidad de hacer profundas introspecciones,  sanando aspectos de su ser, culminando proyectos pendientes o descubriendo nuevas habilidades. Pensábamos que iba a ser un espacio temporal, y que fácilmente podríamos retomar la prisa, el tráfico y el excesivo gasto económico. Pero no es así. Y no sabemos hasta cuándo continuaremos así.

Ante estas circunstancias, la incertidumbre funciona como gasolina para hoguera que ha permanecido encendida dentro de casa, nublando las relaciones familiares con el humo o dejando consumir por el fuego parte de nuestra salud mental. Pero ya es momento de dejar de esperar un retorno a “la vida de antes”. Si logramos aceptar que aun no existe el plazo de vencimiento para la “nueve normalidad”, entonces la incertidumbre dejará de existir, puesto que nuestra energía estará en crear una nueva rutina con las posibilidades que tenemos, y no con las que añoramos.

El presente se determina en “antes de la pandemia” y en el “ahorita”, que rechaza la idea de que esta etapa será permanente, además de que desenmascara la expectativa de volver pronto al “antes”, aunque cada vez se disemina más lejano. Asumir el “ahorita” nos obliga a replantear la cotidianeidad y nuestro quehacer diario, ya que estamos inhabilitados para ser la persona que realizaba las tareas que nos conformaban como seres humanos. Es decir, si antes del confinamiento para alguien representaba parte de su identidad viajar o competir en algún deporte, ahora ese rutina resulta inalcanzable. Entonces, es válido cuestionar nuestra propia identidad, conformada a partir de lo que disfrutamos hacer, los planes que deseamos y el obstáculo que no podemos sacar.

En tanto las acciones que realizábamos eran parte de nuestra constitución como personas, y ahora carecemos de ellas, es válido sentirnos deseamparados, y sin entender hacia qué dirección debemos dirigirnos, puesto que nuestra identidad está sin objetivos. Al ser incapaces de afrontar el sin destino, podemos sentir ansiedad o incluso tristeza profunda. Ante estas circunstancias lo más recomendable es visitar a un psicólogo que nos ayude a encontrar de nuevo una dirección para que nuestra identidad pueda consolidarse de nuevo.