por Miriam | 3 Ago, 2020 | Blog
Cualquier probabilidad de éxito para sentirnos mejor con nosotros mismos, comienza al tomar la decisión de buscar apoyo profesional. Si bien nos hacemos exámenes de sangre de manera anual o visitamos al dentista cada semestre, también es necesario revisarnos las ideas cuando no nos permiten fluir o las emociones cuando nos duelen. Sabemos que queremos aliviar la tristeza, disminuir la ansiedad, organizar los pensamientos confusos, tomar decisiones asertivas diariamente, comprender nuestro comportamiento y las reacciones que provocamos en las personas, escuchar que es posible mejorar de cada quien o profundizar en la personalidad que camina día con día… Y el éxito de este proceso depende de saber escoger un especialista, que pueda ayudarnos a reflejarnos. Dicha elección, no siempre resulta exitosa al primer intento, por lo que es necesario tomar diversas variables en cuenta.
Uno de los fenómenos más comunes es sentir incertidumbre al saber que un completo extraño será partícipe de las circunstancias más íntimas. Por ello, puede ocurrir que después de la primera consulta a la persona le tome varios días tomar la decisión de volver a agendar una cita. Y entonces, cuando una persona decide darle mayor peso a la búsqueda de su bienestar personal que a la incertidumbre, es cuando el tratamiento comienza con éxito.
La efectividad del vínculo terapéutico depende de cada persona y de cada situación específica. Por ejemplo, si un psicólogo guía a una persona en una elección laboral, no necesariamente será capaz de contenerlo ante un duelo. Asimismo, la conexión también depende del paciente. Por ello es importante reconocer cuál es el tema que se quiere abordar. Aunque se pudiera pensar lo contrario, el género o sexo del profesional pocas veces resulta relevante, ya que su experiencia es lo que realmente determina el éxito de la psicoterapia. Para que la elección sea efectiva es necesario considerar las áreas de experiencia del psicólogo, así como las corrientes con las que trabaja. En caso de que sea necesario, en SesionOnline hay alguien que puede ayudarte a elegir a tu especialista según tus necesidades.
Ante cualquier caso, la única manera de saber si el tratamiento es el correcto y está cumpliendo con las necesidades del paciente es si el psicólogo ofrece un reflejo tanto positivo como negativo de uno mismo, de manera que así aprendamos a conocernos. Además, el psicólogo debe permitir que cada quien llegue a sus propias conclusiones, y no obligue al paciente a actuar de una forma específica o le dicte lo que “debería hacer”.
por Cristina Rodriguez | 29 May, 2020 | Blog
En el discurso popular se suele decir que escuchamos problemas. Que hay que estar “loco” para ir al psicólogo, que me las arreglo con un amigo, etc. Resulta que hay algo de ello pero nuestra escucha va más allá de un “problema”, que si estarías “loco” sería más inaccesible la intervención y ocupamos muchos personajes adjudicados por transferencia más allá de un amigo, etc. Intentamos en nuestra escucha liberar al sujeto del deseo cercenado por mandatos ancestrales, necesidad de reconocimiento del otro, entre otras instancias inhibitorias.
El sujeto del deseo es un sujeto de derecho, contrariamente a un sujeto tomado por la necesidad ajena. Consulta, tanto es así que los honorarios deberían ser lo que el analizarte puede, más allá de la valoración personal del analista en cuanto a su ofrecimiento. Ya que si apostamos a su liberación, al activar al sujeto deseante el dinero viene por añadidura.
por Miriam | 19 May, 2020 | Blog
Debido a diversas circunstancias podemos enfrentarnos en la necesidad de buscar una psicoterapia. Puede ser para tratar un problema específico o para profundizar en nuestra personalidad. Para entendernos o para entender a los otros. Para hacernos responsables de nuestras emociones o para conocer la dirección hacia la que debemos dirigirnos. Lo que sí es un hecho es que, ir a psicoterapia, implica una transformación personal paulatina.
Algunos piensan que buscar un ayuda con un profesional es lo mismo que escuchar la opinión de un amigo. Pero esto no es cierto. Si bien los amigos pueden aconsejarnos o contenernos, no son psicólogos. Inconscientemente, pediremos consejo al amigo soltero si queremos terminar una relación o al amante de los animales para saber si debemos adoptar una mascota, acercándonos a quien nos dirá lo que queremos escuchar. Sin querer, un amigo reaccionará desde su propia experiencia o emociones al decirnos “deberías ser…” o “lo que tú necesitas es…”, anulando nuestros sentimientos y nuestra situación particular. Aunque los amigos están para apoyarnos y pueden ser asertivos en muchas cosas, no son psicólogos y no necesariamente dirán lo que es lo mejor para cada quien.
Debido a su vocación y a los años de estudio, a sus prácticas profesionales y a su propio tratamiento emocional, un psicólogo es capaz de escuchar desde otra perspectiva, separar lo que sentimos de lo que decimos y ayudarnos a traducir nuestros deseos en objetivos claros. A través del tiempo, un terapeuta nos develará nuestro propio camino, y nos ayudará a construir una personalidad congruente con nuestra realidad. La psicoterapia no es un remedio mágico, toma tiempo c como cualquier solución permanente; pero al no ver resultados inmediatos, como si fuera una medicina, pensamos que el tratamiento no sirve. Pero no es así.
Si un psicólogo valora su trabajo y está consciente de su efectividad, no va a estar dispuesto a regalarlo. Dar la primera entrevista o alguna intervención que contenga una crisis es una manera de acercarse a los pacientes, pero un psicólogo profesional nunca puede devaluarse al dar consultas gratuitas.
Por esta y muchas otras razones, que se hacen más evidentes conforme se demuestran los cambios beneficiosos, un psicólogo merece recibir una paga; porque su trabajo no debe confundirse con un consejo amistoso. Al pagarle al especialista, le demostramos que su trabajo vale, y que está haciendo un efecto positivo en nuestra persona, que sí nos está llevando hacia donde queremos llegar. De esta manera, le reforzamos que tenemos confianza en su manera entendernos.
Al pagar por una sesión psicoterapéutica, nos esforzamos por trabajar en conjunto con el psicólogo, recordamos el trabajo que nos cuesta juntar el dinero para pagarle a alguien que tiene el único objetivo de ver por nuestro bienestar. Recordemos que, además, cada tratamiento es personalizado y construido artesanalmente, ya que nosotros no somos todos iguales.