Cómo afrontar el miedo al cambio

Cómo afrontar el miedo al cambio

Preferimos seguir ahí antes de enfrentar las posibles consecuencias positivas de un cambio.

Ser precavidos es una actitud positiva y beneficiosa, nos mantiene a salvo en muchas situaciones, el que no arriesga, ni gana ni pierde, en otras palabras, nos mantenemos en esa normalidad que hemos creado, sin embargo, la vida es un constante cambio y a veces, hay que tomar ciertos riesgos para crecer a nivel personal, profesional, económicamente o como pareja.

El cambio nos da miedo porque viene cargado de incertidumbre, de esa sensación en la que es imposible predecir resultados y consecuencias, puede que sea positivo, pero también puede que no lo sea tanto, la cuestión está en que hay momentos en los que se hace necesario tomar ciertos riesgos, no siempre es tan malo.

Todo el mundo teme a los cambios aunque, muchas personas, lo sienten como una oportunidad nueva, una ilusión, un reto, intenta verlo tú también así y, de esta forma, conseguirás vivir como en realidad quieres, cambiar es muy sano, significa evolucionar, aprender y conseguir mejores resultados.

Hacer una pausa

Hacer una pausa

Vivimos desbordados de compromisos, trabajo y tráfico. Los requerimientos para “estar bien” nos desbordan de manera temporal y emocional… La pausa “obligada” a la que estamos sometidos puede tener mayores beneficios de lo que pensamos.

¡Alto a todos! Dictaminaron los noticieros. Dejen de moverse, suspendan sus rutinas, recomendó la sociedad. Eviten a toda costa el contacto social. Limiten las salidas de casa. #yomequedoencasa #quedateencasa nos recuerdan las redes sociales para evitar el contagio. Los colegios, comercios y trabajadores buscan la manera de adaptarse para que nos quedemos resguardados. Sabemos que el aislamiento es la única medida efectiva para evitar el contagio masivo, pero ¿qué pasa en nuestro interior cuando se acalla el ruido exterior?

Acostumbrados al ritmo citadino que nos exige estar en un lugar a una hora específica a pesar del tráfico, luchando por completar pendientes que siempre son sucedidos por otros, rara vez tenemos la oportunidad de estar con nosotros mismos. No estamos acostumbrados a escucharnos, nos cuesta trabajo convivir con nuestras propias familias, y ni se diga con nosotros mismos. El trabajo sirve, sí para mantenernos, pero también para distraernos de nuestros pensamientos. El cuerpo nos habla, y no sabemos escucharlo, por eso llegan los síntomas. Estamos tan apresurados por cumplir con tareas interminables que casi nunca tenemos la oportunidad de sentirnos como seres humanos, de afrontar nuestras necesidades individuales.

Hoy hay menos ruido en las calles. Hoy no tenemos que atravesar la jungla de automóviles para llegar a ningún lugar. Hoy es momento de hacer una pausa, de escuchar la paz. Aprovechemos esta circunstancia para conectarnos con nuestros pensamientos. Silenciemos los memes que llegan repetidos en los chats y detengamos la serie, que seguirá esperando cuando queramos retomarla, para darnos un instante.

¿Qué pasa cuando nos escuchamos? ¿si no hay ruido para interrumpir el camino de nuestras emociones hacia nuestra conciencia? ¿cuando no tenemos pendientes para anestesiar nuestro humor? Podríamos llegar a profundizar en nuestro ser y, en base a nuestro autoconocimiento, tomar mejores decisiones. Hoy tenemos la oportunidad de dejar de llenarnos del exceso exterior para tocar nuestras emociones. Encontremos en la crisis el área de oportunidad, cedámosle el turno al optimismo. Podemos sentir, meditar, relajarnos, dormir cinco minutos más. Disfrutemos nuestra estancia en casa, amemos el techo y el cuerpo en el que vivimos, abracemos nuestra mente como un hogar. Organicemos los cajones y los closets, acomodemos las repisas, liberemos las emociones estancadas y responsabilicémonos por nuestro desorden. Tal vez sea un buen pretexto para ordenar nuestro interior también. Es momento de aprovechar los recursos tecnológicos para aprender sobre el tema que siempre nos había interesado, para ver las fotos viejas con la familia y, ¿por qué no? también para explorarnos como seres humanos. Tenemos tiempo, vivámoslo al máximo (desde casa, por supuesto).

PAUSA
Mario Benedetti

De vez en cuando hay que hacer una pausa
contemplarse a sí mismo sin la fruición cotidiana
examinar el pasado rubro por rubro etapa por etapa baldosa por baldosa
y no llorarse las mentiras sino cantarse las verdades.