Algunos efectos de la testosterona en el cerebro

Algunos efectos de la testosterona en el cerebro

Aumenta el nivel de agresividad y competitividad:

La actuación de la testosterona a nivel de amígdala y de sistema límbico en general provoca que el sujeto manifieste una elevada reactividad a estímulos externos, despertándose reacciones agresivas con mayor facilidad, también se ha observado que según aumenta la concentración de esta hormona, el nivel de competitividad de los sujetos tiende a ser mayor.

Potencia la líbido:

Otro de los más conocidos y visibles efectos de esta hormona sexual es precisamente el aumento de la líbido, tanto en hombres como en mujeres, de hecho, es frecuente que se receten parches de esta hormona en mujeres que han perdido el apetito sexual tras la menopausia.

Puede disminuir la capacidad de empatía:

Personas con una cantidad excesiva de testosterona pueden ser menos empáticas, más egocéntricas y con menor capacidad de vincularnos afectivamente, ello se asocia a un posible efecto inhibidor de esta hormona con la oxitocina.

Fomenta la neurogénesis:

Diferentes investigaciones sugieren que la presencia de testosterona provoca el nacimiento y crecimiento de nuevas neuronas, especialmente en el caso del hipocampo.

Hipocampo y Deporte

Hipocampo y Deporte

Situado en el lóbulo temporal y asociado a la memoria, la orientación espacial y la regulación emocional, es una de las dos únicas zonas del cerebro adulto en las que hay neurogénesis (nacimiento de nuevas neuronas) y esta se incrementa cuando nos mantenemos activos físicamente, dicha neurogénesis aumenta nuestra sensación de bienestar, las capacidades cognitivas y la salud mental.

El hipocampo es la región encargada de “desactivar” el circuito cerebral que nos produce estrés, ante un estímulo estresante el hipotálamo segrega hormonas, que a su vez activan la glándula pituitaria haciendo que la corteza adrenal libere glucocorticoides (las “hormonas del estrés”, el conocido cortisol), si este estímulo estresante no desapareciese, como se daría en aquellas personas que sufren estrés crónico, la sensibilidad del sistema se vería alterada, liberándose más cortisol que terminaría por dañar las neuronas hipocampales y evitaría la neurogénesis.

Haciendo ejercicio, nos aseguramos un hipocampo sano, con capacidad de regenerarse y que regulará correctamente los niveles de cortisol.