Fármacos, ¿única opción?
Cuando aparecieron los medicamentos psiquiátricos, fueron promovidos como remedio para abrazar la felicidad. La idea común es que dichos medicamentos representan una salida fácil para quienes no pueden controlar sus emociones y necesitan un poco de ayuda. ¿Pero es la única?
En México, al menos 10 millones de personas presentan cuadros de profunda tristeza y ansiedad generalizada. Las medicinas que regulan los neurotransmisores relacionados con los síntomas, parecerían una fórmula casi mágica: tienen efectividad en 60% a las 3 semanas de iniciar el tratamiento. Pero a pesar de sus beneficios requieren de un acompañamiento
La depresión provoca cambios a nivel cerebral, pero fue causada por una circunstancia externa como pérdidas, una ruptura amorosa, sentir no haber cumplido ciertas metas y al estrés que vivimos. La interpretación personal de dichos acontecimientos puede convertirlos en detonadores de una enfermedad.
Un psicólogo debe establecer un diagnóstico: sentir un vacío emocional no implica padecer una depresión profunda. En muchos casos una psicoterapia basta, pero en una situación crítica los fármacos son necesarios. Por lo general se prescribe el medicamento cuando los síntomas impiden al individuo ser funcional. Una depresión no es sólo una respuesta a la química cerebral. Por lo general, el individuo se deprime por circunstancias psicosociales y, una vez instalada la patología, se presenta el trastorno a nivel fisiológico. ¿Quizás algunas personas toman Prozac sólo para no sentir emociones que las perturban?
Una resistencia para el consumo de fármacos, además de sus efectos secundarios, consiste en que la sociedad tiende a etiquetar a los “enfermos”. Existen muchas creencias alrededor de los trastornos psiquiátricos, principalmente causados por falta de información, como la posibilidad de volverse adictos a los medicamentos, o que quienes los toman están “locos” o son débiles.
Lo más recomendable para salir del cuadro depresivo es la combinación de un fármaco y la psicoterapia. Asimismo, hay diversas actividades que pueden complementar el tratamiento y ayudar a salir de la depresión. No existe pastilla alguna que pueda incidir en la personalidad ni en la perspectiva de cada quien, por eso es fundamental llevar a cabo un proceso terapéutico en donde se exploren las causas del padecimiento.
Después de todo, el objetivo de una psicoterapia es ayudarnos a descubrir qué es lo que nos lastima. Al igual que las pastillas, no es un acto de magia, sino un proceso que implica esfuerzo y la capacidad de aceptar dónde y qué tan profundas tenemos las heridas y qué podríamos hacer al respecto para que nos lastimen menos… porque todos las tenemos y no todas siempre sanan con la misma facilidad.