Los ataques de pánico

Los ataques de pánico

Los ataques de pánico pueden provocar mucho miedo, cuando se presenta un ataque de pánico, puedes sentir que estás perdiendo el control, que estás teniendo un ataque cardíaco o, incluso, que vas a morir.

Los ataques de pánico suelen comenzar de forma súbita, sin advertencia, pueden aparecer en cualquier momento: cuando estás conduciendo, en un centro comercial, o cuando estás profundamente dormido, puedes tener ataques de pánico ocasionales o con frecuencia, los ataques de pánico tienen muchas variantes, pero los síntomas suelen alcanzar su punto máximo en cuestión de minutos, después de que el ataque de pánico desaparece, puedes sentirte fatigado y exhausto.

Los síntomas del trastorno de pánico suelen comenzar al final de la adolescencia o a principios de la adultez y afectan a las mujeres más que a los hombres, uno de los peores aspectos de los ataques de pánico es el miedo intenso a que se repitan, los ataques de pánico son difíciles de controlar por cuenta propia y pueden empeorar si no se tratan.

El pánico que nos infunda el COVID-19

El pánico que nos infunda el COVID-19

Hay más dificultad para decidir si salir o no de casa que el porcentaje de pacientes con complicaciones. Y nuestra única vacuna eficaz ha sido el humor.

Si bien existe infinidad de medios que nos indican -o nos confunden- sobre cómo debemos reaccionar, en pocos lugares podemos hallar algo que nos reconforte. Es cierto que el Coronavirus es contagioso, que la pandemia ocurre a nivel internacional y que el sistema de salud duda de su capacidad para contenerlo o incluso curarlo, pero entrar en pánico no va a resolver nada.

Circulan videos violentos que culpan a alguna etnia en particular tratando de demostrar el trato subhumano hacia las personas que podrían estar infectadas. Pero no muestran la fecha: son de hace más de 5 años y no tienen relación alguna con este evento. Algunos locales han quedado en desabasto porque hemos aprendido que ante la incertidumbre debemos colmarnos de víveres que no nos faltan -y que le estamos quitando a quienes realmente los necesitan-. Todas las conversaciones son acerca de los síntomas, medidas preventivas y especulaciones terroríficas a futuro. Reflejo de la desinformación y el miedo que sentimos es la cantidad de imágenes, textos y Voicenotes que invaden en los chats. Y eso, gente, es la verdadera enfermedad: creer en información no verificada y difundirla, reaccionar con nuestros impulsos y dejarnos llevar por el pánico.

Yo más bien cuestiono: Coronavirus, ¿a qué has venido? Hagamos una pausa un instante. Observemos a nuestro alrededor cómo el miedo se filtra entre los chistes impidiéndonos pensar con claridad. En crisis como el temblor o la influenza la gente ha reaccionado de manera más empática y amable, comprendiendo la situación. ¿Has venido, pequeño mutante contagioso a recordarnos eso? Quizás es momento de poner a prueba nuestras habilidades para adaptarnos, para dejar de ser egoístas y no seguir pensando que tenemos todo garantizado. ¿Por qué seguimos saliendo a la calle a terminar con nuestros pendientes? ¿Qué nos hace pensar que somos inmunes o que necesitamos comprar tanto?

Es momento de aceptar nuestra vulnerabilidad como seres humanos y protegernos como sociedad. Aprovechemos las herramientas que la tecnología nos provee hoy, dejemos de infundir el pánico y valoremos la salud que tenemos hoy. Cada pequeña acción significa una diferencia para la sociedad. Cooperemos.