¿Sabías que es tu inconsciente quien escoge tus parejas?

¿Sabías que es tu inconsciente quien escoge tus parejas?

Si yo no soy desead@, buscare a un hombre/mujer muy desead@ o muy sobreprotegid@, para que sus programas se complementen con los míos.

Los mecanismos inconscientes a la hora de elegir a nuestro compañero o compañera tienen mucho poder porque esa atracción viene dada por carencias, deseos u otras características escondidas que conforman nuestra personalidad.

 De esta manera no es en vano que nos fijemos en alguien cariñoso si nosotros tenemos, por ejemplo, una necesidad imperiosa de cariño. 

Si algo te choca de tu pareja analiza que está diciendo eso de ti, porque los conflictos que tienes con tus parejas, son los conflictos que tienes contigo mismo. 

Todo aquello que no aceptas en tu personalidad lo ves en el otro y podrás aprender a través de ella o él, lo que tienes que mejorar en ti.

Muchas personas, tras romper con una relación insatisfactoria, caen en una situación parecida una y otra vez al cabo del tiempo. Esto se debe a que hay un denominador común en estas relaciones, se enamoran de una persona muy similar a su ex pareja y eso lleva a repetir “el mismo patrón”.

Desde la Bioneuroemoción, la Psicosomática Clínica y las Constelaciones Familiares, sabemos que cuando alguien está “reparando” o “reconciliando” este tipo de heridas y carencias emocionales, repetirá el mismo tipo de experiencias que las originó para que puedan hacerse conscientes y liberarse.

Una persona pudiera estar reparando su relación con uno de sus padres. Entonces, el hombre o la mujer pueden atraer como pareja a alguien que simbólicamente represente a ese padre y experimentar la misma problemática que vivió con él..

Como por ejemplo el caso de un niño que pierde a su madre (alcohólica) quien lo maltrataba, y de adulto solo se une a mujeres agresivas que lo maltratan  igual que lo hacía su madre.

Hay infinidad de situaciones que se pueden estar reparando con tu relación de pareja. 

Otro ejemplo son los dramas transgeneracionales, como aquellos en los que hubo niños involucrados (temas de abortos, hijos muertos, mujeres muertas durante los partos, hijos no reconocidos, etc.), para lo cual una mujer (o un hombre) pudiera tener un programa inconsciente de “No tener hijos” y por tanto atraerá a su vida parejas con problemas de fertilidad o que rechazan tener hijos. De esta manera se complementan.

Nada es al azar y para sanar nuestras relaciones de pareja, debemos sanar la relación con nosotros mismos.

Tal como dijo Carl Jung:

“Hasta que el inconsciente no se haga consciente, el subconsciente dirigirá tú vida y tú le llamarás destino.”

El sentido de la vida

El sentido de la vida

La mayoría de la población mundial se enfrenta a circunstancias extremas que no había experimentado antes: limitación de movilidad, normas estrictas, condiciones de salud amenazantes, restricciones en las compras, encierro “involuntario”. Cada día nuestra salud mental se siente más amenazada, ya que no podemos retomar la rutina que habíamos logrado construir. Y, peor aún, la ansiedad nos invade si no sabemos cuándo cambiarán las circunstancias. Los medios nos invaden con negativismo o burlas, respuestas contradictorias y teorías conspirativas. Mientras tanto, ¿qué hago conmigo?

Viktor Frankl fue un reconocido filósofo y psiquiatra durante la década de 1920. Fue creador de la logoterapia, corriente de la psicología que se enfoca en definir, desde los deseos internos del paciente, un sentido y dirigirlo a su encuentro por medio del análisis personal. Sus aportaciones al área del desarrollo humano se vieron detenidas en 1942, cuando fue capturado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Durante tres años fue trasladado de un campo de concentración a otro en condiciones deplorables: famélico, colmado de incertidumbre, minimizado e incluso desprendido de su propia humanidad debido al maltrato de los soldados. En 1945, al término o de la guerra, es liberado de su desgracia, y trata de encontrar a sus familiares. Al descubrir que ninguno pudo sobrevivir, comienza a darle forma a su libro El hombre en busca de sentido, obra que ha trascendido para el desarrollo personal de muchas maneras.

En su libro explora las diferentes etapas de sus emociones, de su soledad y preocupación por la humanidad al haber sido víctima de los soldados nazis. Así, logra fortalecer su teoría de la logoterapia. Lo más trascendental es, según su legado, que logró encontrar el sentido de su propia vida en condiciones infrahumanas: “Diario, a todas horas, se ofrecía la oportunidad de tomar una decisión, decisión que determinaba si uno se sometería o no a las fuerzas que amenazaban con arrebatarle su yo más íntimo, la libertad interna”, menciona Frankl en su libro. Él fue capaz de elegir el sentido, y nos demuestra que todos podemos hallarlo en cualquier circunstancia.

Lo que de verdad necesitamos es un cambio radical en nuestra actitud hacia la vida. Tenemos que aprender por nosotros mismos y después, enseñar a los desesperados que en realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino si la vida espera algo de nosotros”, Viktor Frankl, padre de la logoterapia y sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial.

Sobre dejarnos llevar…

Sobre dejarnos llevar…

La única certeza que tenemos es que vamos hacia adelante y que el camino eventualmente se termina. Lo que llamamos “vida” es el trayecto que transitamos: no podemos ir para atrás y tampoco podemos evitar llegar al final. Nos convertimos en cúmulo de experiencias adquiridas, y nos van marcando el paso a diferentes velocidades. Dejarnos llevar implica aceptar una nueva realidad y dejar de preguntarnos cuándo volveremos a la normalidad, a la vida de antes. La pandemia por la que atravesamos de manera individual y colectiva cambiará la economía, la educación, la interacción, y también a cada uno de nosotros como seres humanos. Pensar que cuando sea encontrada la cura o detenido el contagio volveremos a “lo de antes”, sería mentirnos. No es conveniente regresar al camino anterior después de  una transformación masiva.

Es imposible conocer el futuro, y desde hace algunos meses se esboza más borroso e incierto. Es momento de aceptar el presente, de abrazarlo más que seguir lidiando con él. No tenemos posibilidad alguna de ganar la lucha contra una corriente mundial e invisible. Está bien si nos sentimos ansiosos. Está bien tener miedo. Está bien no querer ser productivos. Es un momento de crisis. Es una oportunidad para explorar qué sentimos y contactar con nosotros mismos.

Abraham Maslow postula que en medida que nuestras necesidades básicas, como las fisiológicas o las de seguridad, estén cubiertas podemos elevar nuestra sensación de bienestar hasta llegar a la autorrealización, lo que nos permite entender cada instante. En cualquier clase de circunstancia. En medida que nos dejemos llevar por la nueva realidad y explotemos nuestra capacidad de adaptación y flexibilidad, seremos capaces de empezar a disfrutar. La habilidad de fluir y rendir no depende del medio, sino de la persona. En medida que entendamos que, por el momento, sólo tenemos el presente seremos capaces de comenzar a escalar por la pirámide hasta la paz.

“Fluir es estar completamente involucrado en una actividad por su propio desarrollo. El ego se desprende -cae lejos-. El tiempo vuela. Cada acción, movimiento y pensamiento continúa inevitablemente a la previa, como tocar jazz”. Mikhail Csitzenmikhaili

¿Cómo procesamos esto?

¿Cómo procesamos esto?

La situación a la que nos enfrentamos es inédita, no hay experiencias previas de una pandemia de esta magnitud en la sociedad global en la que vivimos. ¿Qué implica esto?

Nos vimos casi de golpe y mundialmente frente a algo desconocido, cuando nos enfrentamos en nuestra vida cotidiana a algo que no conocemos tratamos de darle sentido a partir de vivencias previas o interpretarlo de acuerdo a lo que puede asemejarse.

Lo cierto es que no contamos con estos conocimientos que nos sirven para explicar cómo en un mundo que se basa en la producción de buenas a primeras dejamos de producir. Nos quedamos en nuestras casas, tenemos miedo de enfermar y enfermar a los que queremos y el sin fin de efectos que esto produce.

En este sentido se ven exponenciadas las premisas del mundo en el que vivimos, el mundo de la “normalidad”. Donde trabajamos, salimos, nos ejercitamos, hacemos nuestra vida habitual fuera de nuestra casa y en ella. Donde nos llenamos de actividades, de productos que nos conducen a una cierta felicidad y muchas veces nos alejan de nosotros mismos.

Hoy y en un momento, como decíamos, inédito. Nos vemos empujados a seguir produciendo, a seguir haciendo cosas, a ocupar el tiempo y no angustiarnos.

Pregunto, ¿no sería lógico que ante algo que no conocemos y enfrentamos por primera vez sintamos angustia? Pensamos que sí, que algo de esa angustia y de ese no hacer nada debe tener lugar. Tapar lo que pasa con actividades no hace que deje de pasar. 

No es el fin de este texto angustiar a las personas, sino más bien repensar lo que estamos haciendo y para qué lo estamos haciendo. La incertidumbre está y no vamos a poder llenarla con respuestas, porque hay muy pocas y en la mayoría de los casos van cambiando, lo que se cree bueno hoy puede no serlo mañana y viceversa. Es importante dar lugar a lo que sentimos, si es angustia pues bienvenida sea. Tenemos que estar enterados que existe en nosotros la ilusión de que no debemos perder tiempo. Y desde el psicoanálisis interrogamos esa ilusión, ya que consideramos que sentarse a pensar en lo que nos pasa y en lo que sentimos muchas veces se considera una pérdida de tiempo, algo que no sirve, algo que cuesta mucho. Nuestra apuesta es poner sobre lo mesa lo que intentamos tapar con actividades, tanto en nuestra vida “normal” como en este momento que vivimos.

Si sentís que la angustia, la ansiedad es mucha y no estás pudiendo manejarla, busca la ayuda de un profesional, desde mi lugar estoy para acompañarte en ese proceso.

Cómo afrontar el estado de confinamiento o cuarentena

Cómo afrontar el estado de confinamiento o cuarentena

El coronavirus llegó para quedarse en nuestras emociones. Aunque se trata de un virus que se ha expandido de forma masiva por todo el mundo, la implementación de estrategias de mitigación del riesgo de contraerlo y la reducción de las formas de exposición, pueden lograr que en un mediano plazo se disperse. Sin embargo, los cambios abruptos que ha generado en nuestra vida no desaparecerán. Por ello resulta sano desprenderse de la idea de que retomar nuestras vidas tal cual la traíamos, en un corto tiempo.

Es claro que la naturaleza no está pidiendo aprender de “algo”, aun no tenemos tan claro qué es ese “algo”, pero reconocer y el valorar el día a día, nos ayudará a amortiguar la frustración. Se trata del aquí y del ahora, como bien lo muestra la teoría de la gestalt.

Aprender y vivenciar todos los días con su propio afán, no postergar mas ese proyecto o tarea que tenemos pendiente, no aferrarnos al pasado y desarrollar nuestras estrategias para afrontar lo que estamos viviendo. Esto, con el fin de preservar nuestra salud mental y física.

Tres estrategias para detener la ansiedad

Tres estrategias para detener la ansiedad

Existen diferentes personalidades que están determinadas por características predominantes. Para algunos la ansiedad es un eje, pero ello no exenta a nadie de padecerla. Sentir inquietud, tener pensamientos incómodos recurrentes y reacciones fisiológicas de las que no entendemos su origen es algo que a todos nos ha pasado. Hay varias circunstancias que detonan estos episodios, entre ellas las que salen de nuestro control, como un desastre natural, una crisis económica o una pandemia. Si bien se manifiesta en muchas formas, estas son algunos signos con los que podemos reconocerla:

  • Pensamientos fatalistas
  • Ideas recurrentes
  • Reacciones fisiológicas
  • Sudoración, taquicardia y sensación de que falta la respiración
  • Incapacidad para concentrarse

Lo complicado es que una vez iniciado el episodio es muy difícil detenerlo, de hecho se alimenta a sí mismo, agravándose. Lo más importante es comprender que la ansiedad no mata, aunque nos haga sentir que podría hacerlo. La buena noticia es que existen estrategias simples que, si no detienen por completo la crisis, al menos la atenúan.

Respiración

Al controlar nuestras inhalaciones y exhalaciones podemos disminuir la respuesta corporal que provoca la ansiedad. Asimismo, al concentrarnos en respirar pausamos los pensamientos que tanto nos inquietan, sincronizando los signos de nuestro cuerpo. Una manera de hacerlo es cerrando los ojos y centrando toda nuestra atención en la respiración. Luego, inhalar durante 4 segundos por la nariz, sostener el aire un segundo y luego exhalar por la boca en 4 segundos, manteniendo el aliento un segundo más antes de empezar otro ciclo. Al repetir este ciclo de 4-1-4-1 al menos 6 veces, será posible sentir cómo los pensamientos se disipan, y las respuestas fisiológicas vuelven a la normalidad.

Pensamiento

A todos nos llegan ideas nocivas para nuestro funcionamiento. Algunas son ligeramente destructivas, mientras que otras son apocalípticas y exageradas, pero que en su momento tienen sentido. Cuando exista una idea inquietante hay dos preguntas que podemos hacernos para volver a contactar con la realidad: ¿es posible? ¿es probable? Por ejemplo, supongamos que la idea recurrente es que un tigre vendrá a atacarnos. ¿Es posible que un tigre nos ataque? Bueno, pues la posibilidad existe. Pero, ¿es probable? Pues quizás no, porque estamos en la ciudad donde los tigres no habitan. Además, ¿por qué provocaríamos a un tigre?

Aceptación

Una vez que los signos fisiológicos están regulados y los pensamientos no son tan dramáticos, estamos listos para enfrentar el miedo y, con ayuda profesional, la raíz de estos ataques. Negar su existencia sólo va a incrementar la frecuencia y la intensidad de los momentos incómodos. Entender el peor escenario y por qué nos angustia tanto es una manera de neutralizar el pánico que nos atormenta. Todas estas emociones son parte de nosotros, aceptémoslas.