por Miriam | 2 May, 2020 | Blog
“Yo no necesito ir a terapia”. “No voy a pagar para que alguien me diga qué debo hacer”. “No tengo ninguna enfermedad”. Estas son frases que comúnmente escuchamos al mencionar la palabra “psicólogo”. Pero en realidad, estas ideas revelan los estereotipos que tenemos implantados en nuestras mentes. La psicoterapia no es exclusiva para la gente “enferma”, sino que es para aquellos que quieren enfrentar y resolver sus conflictos. Es para quienes desean cambiar sus circunstancias de vida, y saben que para hacerlo deben modificar el factor común: uno mismo.
A veces somos capaces de ocultarnos la verdad de lo que sentimos porque somos muy duros con nosotros mismos o no estamos listos para entendernos. En ocasiones podemos no querer enfrentar nuestras emociones porque nos han enseñado que son “malas”. En el espacio terapéutico nos es permitido sentir el amplio rango de emociones al que tenemos acceso como seres humanos. Aquí, tenemos permiso de sentir tristeza, enojo y cualquier otro sentimiento. No se trata de sólo ser felices, sino de integrar todo lo que ocurre en nuestro ser.
En la psicoterapia reproducimos nuestra conducta, y tener un profesional capacitado es esencial, ya que es el psicólogo quien refleja nuestros comportamientos y pensamientos, permitiéndonos observarnos desde otra perspectiva. Ningún deportista, músico o artista ha logrado alcanzar su máximo potencial sin un entrenador. Estar en contacto con un terapeuta nos permitirá entendernos y lograr la mejor versión de nosotros mismos.
Ya no tratemos de resolver problemas profundos con soluciones superficiales. Como cualquier transformación y cura permanente el resultado de asistir a psicoterapia toma tiempo. Pero de pronto será posible valorar que el entorno personal ha mejorado: la manera de relacionarse con los otros, la productividad en la vida, mayor cantidad de momentos para disfrutar, pero sobre todo, la manera en la que nos tratamos a nosotros mismos. Te darás cuenta de que te hablas con mas amor, te respetas más y sientes menos miedo. Y nuestro bienestar genera una reacción en cadena que se refleja en la gente que nos rodea.
Aprovechemos nuestra flexibilidad neurológica para mantener nuestra salud mental. En el lugar de pensar que no hay nada que trabajar, hagamos buen uso de ese tiempo para entendernos. Detectemos nuestros roles, patrones y comportamientos que nos llevan siempre al mismo resultado. Siempre es un buen momento para empezar a conciliarse con uno mismo.
por Miriam | 28 Abr, 2020 | Blog
Al elegir vivir con alguien nos visualizamos construyendo una relación a largo plazo con esa persona, disfrutando las particularidades que nos unieron en primer lugar y concretando proyectos en común. Sabemos que es posible toparnos con contratiempos, incluso muchas veces sabemos anticiparlos, pero también nos sorprendemos con “regalitos” que resultan una sacudida a la estabilidad.
Con el tiempo, vamos creando una rutina en pareja, aprendemos a convivir tanto con las individualidades que nos diferencian del otro, como con los aspectos en común que nos mantienen unidos. Ello aumenta la cantidad de tiempo que pasamos juntos, y es normal empezar a notar ciertos hábitos de la contraparte que no son afines a los propios. Sabemos que lo más acertado, en la mayoría de las ocasiones, es ceder o llegar a algún acuerdo que permita la trascendencia de la relación. Luego, con el paso de los meses (o los años) es muy fácil verse envuelto en los hábitos y la rutina, que posteriormente nos hacen dejar en segundo plano seguir nutriendo lo especial de la relación. Así, simplemente continuamos en pareja por la inercia que otorga la comodidad. Y si nos quedamos estancados en este lugar y no sacudimos la relación, es posible que alcance el punto de no retorno hacia su final.
El fenómeno de sentirse aburridos o hastiados es muy común, no es exclusivo de la convivencia obligada durante la cuarentena, sino que en cualquier circunstancia. Pero si a ello sumamos un tiempo ilimitado de convivencia en un espacio limitado, estamos más propensos a enfrentarnos a conflictos. Es ante esta sensación de rutina cuando es posible combatir el hastío de la pareja. Por un lado, es momento de reevaluar la relación: ¿así nos veíamos al inicio? ¿qué expectativas se han superado? ¿qué podemos mejorar? Por otro lado, también es válido internarse en un trabajo personal y entender porqué surgen estas sensaciones de aburrimiento o insuficiencia. Observar nuestro propio comportamiento con respecto al otro puede enseñarnos mucho sobre nosotros mismos. Esto ocurre porque nos confronta a analizar los distintos caminos que cada uno ha tomado, y asusta no saber si aún tienen algo en común. En definitiva, antes de tomar cualquier decisión es necesario hacer un análisis personal, y en conjunto, para desbloquear las sensaciones que han entorpecido el desarrollo del cariño.
por Miriam | 20 Abr, 2020 | Blog
La mayoría de la población mundial se enfrenta a circunstancias extremas que no había experimentado antes: limitación de movilidad, normas estrictas, condiciones de salud amenazantes, restricciones en las compras, encierro “involuntario”. Cada día nuestra salud mental se siente más amenazada, ya que no podemos retomar la rutina que habíamos logrado construir. Y, peor aún, la ansiedad nos invade si no sabemos cuándo cambiarán las circunstancias. Los medios nos invaden con negativismo o burlas, respuestas contradictorias y teorías conspirativas. Mientras tanto, ¿qué hago conmigo?
Viktor Frankl fue un reconocido filósofo y psiquiatra durante la década de 1920. Fue creador de la logoterapia, corriente de la psicología que se enfoca en definir, desde los deseos internos del paciente, un sentido y dirigirlo a su encuentro por medio del análisis personal. Sus aportaciones al área del desarrollo humano se vieron detenidas en 1942, cuando fue capturado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Durante tres años fue trasladado de un campo de concentración a otro en condiciones deplorables: famélico, colmado de incertidumbre, minimizado e incluso desprendido de su propia humanidad debido al maltrato de los soldados. En 1945, al término o de la guerra, es liberado de su desgracia, y trata de encontrar a sus familiares. Al descubrir que ninguno pudo sobrevivir, comienza a darle forma a su libro El hombre en busca de sentido, obra que ha trascendido para el desarrollo personal de muchas maneras.
En su libro explora las diferentes etapas de sus emociones, de su soledad y preocupación por la humanidad al haber sido víctima de los soldados nazis. Así, logra fortalecer su teoría de la logoterapia. Lo más trascendental es, según su legado, que logró encontrar el sentido de su propia vida en condiciones infrahumanas: “Diario, a todas horas, se ofrecía la oportunidad de tomar una decisión, decisión que determinaba si uno se sometería o no a las fuerzas que amenazaban con arrebatarle su yo más íntimo, la libertad interna”, menciona Frankl en su libro. Él fue capaz de elegir el sentido, y nos demuestra que todos podemos hallarlo en cualquier circunstancia.
“Lo que de verdad necesitamos es un cambio radical en nuestra actitud hacia la vida. Tenemos que aprender por nosotros mismos y después, enseñar a los desesperados que en realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino si la vida espera algo de nosotros”, Viktor Frankl, padre de la logoterapia y sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial.
por Miriam | 18 Abr, 2020 | Blog
La única certeza que tenemos es que vamos hacia adelante y que el camino eventualmente se termina. Lo que llamamos “vida” es el trayecto que transitamos: no podemos ir para atrás y tampoco podemos evitar llegar al final. Nos convertimos en cúmulo de experiencias adquiridas, y nos van marcando el paso a diferentes velocidades. Dejarnos llevar implica aceptar una nueva realidad y dejar de preguntarnos cuándo volveremos a la normalidad, a la vida de antes. La pandemia por la que atravesamos de manera individual y colectiva cambiará la economía, la educación, la interacción, y también a cada uno de nosotros como seres humanos. Pensar que cuando sea encontrada la cura o detenido el contagio volveremos a “lo de antes”, sería mentirnos. No es conveniente regresar al camino anterior después de una transformación masiva.
Es imposible conocer el futuro, y desde hace algunos meses se esboza más borroso e incierto. Es momento de aceptar el presente, de abrazarlo más que seguir lidiando con él. No tenemos posibilidad alguna de ganar la lucha contra una corriente mundial e invisible. Está bien si nos sentimos ansiosos. Está bien tener miedo. Está bien no querer ser productivos. Es un momento de crisis. Es una oportunidad para explorar qué sentimos y contactar con nosotros mismos.
Abraham Maslow postula que en medida que nuestras necesidades básicas, como las fisiológicas o las de seguridad, estén cubiertas podemos elevar nuestra sensación de bienestar hasta llegar a la autorrealización, lo que nos permite entender cada instante. En cualquier clase de circunstancia. En medida que nos dejemos llevar por la nueva realidad y explotemos nuestra capacidad de adaptación y flexibilidad, seremos capaces de empezar a disfrutar. La habilidad de fluir y rendir no depende del medio, sino de la persona. En medida que entendamos que, por el momento, sólo tenemos el presente seremos capaces de comenzar a escalar por la pirámide hasta la paz.
“Fluir es estar completamente involucrado en una actividad por su propio desarrollo. El ego se desprende -cae lejos-. El tiempo vuela. Cada acción, movimiento y pensamiento continúa inevitablemente a la previa, como tocar jazz”. Mikhail Csitzenmikhaili
por Miriam | 15 Abr, 2020 | Blog
Existen diferentes personalidades que están determinadas por características predominantes. Para algunos la ansiedad es un eje, pero ello no exenta a nadie de padecerla. Sentir inquietud, tener pensamientos incómodos recurrentes y reacciones fisiológicas de las que no entendemos su origen es algo que a todos nos ha pasado. Hay varias circunstancias que detonan estos episodios, entre ellas las que salen de nuestro control, como un desastre natural, una crisis económica o una pandemia. Si bien se manifiesta en muchas formas, estas son algunos signos con los que podemos reconocerla:
- Pensamientos fatalistas
- Ideas recurrentes
- Reacciones fisiológicas
- Sudoración, taquicardia y sensación de que falta la respiración
- Incapacidad para concentrarse
Lo complicado es que una vez iniciado el episodio es muy difícil detenerlo, de hecho se alimenta a sí mismo, agravándose. Lo más importante es comprender que la ansiedad no mata, aunque nos haga sentir que podría hacerlo. La buena noticia es que existen estrategias simples que, si no detienen por completo la crisis, al menos la atenúan.
Respiración
Al controlar nuestras inhalaciones y exhalaciones podemos disminuir la respuesta corporal que provoca la ansiedad. Asimismo, al concentrarnos en respirar pausamos los pensamientos que tanto nos inquietan, sincronizando los signos de nuestro cuerpo. Una manera de hacerlo es cerrando los ojos y centrando toda nuestra atención en la respiración. Luego, inhalar durante 4 segundos por la nariz, sostener el aire un segundo y luego exhalar por la boca en 4 segundos, manteniendo el aliento un segundo más antes de empezar otro ciclo. Al repetir este ciclo de 4-1-4-1 al menos 6 veces, será posible sentir cómo los pensamientos se disipan, y las respuestas fisiológicas vuelven a la normalidad.
Pensamiento
A todos nos llegan ideas nocivas para nuestro funcionamiento. Algunas son ligeramente destructivas, mientras que otras son apocalípticas y exageradas, pero que en su momento tienen sentido. Cuando exista una idea inquietante hay dos preguntas que podemos hacernos para volver a contactar con la realidad: ¿es posible? ¿es probable? Por ejemplo, supongamos que la idea recurrente es que un tigre vendrá a atacarnos. ¿Es posible que un tigre nos ataque? Bueno, pues la posibilidad existe. Pero, ¿es probable? Pues quizás no, porque estamos en la ciudad donde los tigres no habitan. Además, ¿por qué provocaríamos a un tigre?
Aceptación
Una vez que los signos fisiológicos están regulados y los pensamientos no son tan dramáticos, estamos listos para enfrentar el miedo y, con ayuda profesional, la raíz de estos ataques. Negar su existencia sólo va a incrementar la frecuencia y la intensidad de los momentos incómodos. Entender el peor escenario y por qué nos angustia tanto es una manera de neutralizar el pánico que nos atormenta. Todas estas emociones son parte de nosotros, aceptémoslas.