Cuando la pareja enferma
Al elegir vivir con alguien nos visualizamos construyendo una relación a largo plazo con esa persona, disfrutando las particularidades que nos unieron en primer lugar y concretando proyectos en común. Sabemos que es posible toparnos con contratiempos, incluso muchas veces sabemos anticiparlos, pero también nos sorprendemos con “regalitos” que resultan una sacudida a la estabilidad.
Con el tiempo, vamos creando una rutina en pareja, aprendemos a convivir tanto con las individualidades que nos diferencian del otro, como con los aspectos en común que nos mantienen unidos. Ello aumenta la cantidad de tiempo que pasamos juntos, y es normal empezar a notar ciertos hábitos de la contraparte que no son afines a los propios. Sabemos que lo más acertado, en la mayoría de las ocasiones, es ceder o llegar a algún acuerdo que permita la trascendencia de la relación. Luego, con el paso de los meses (o los años) es muy fácil verse envuelto en los hábitos y la rutina, que posteriormente nos hacen dejar en segundo plano seguir nutriendo lo especial de la relación. Así, simplemente continuamos en pareja por la inercia que otorga la comodidad. Y si nos quedamos estancados en este lugar y no sacudimos la relación, es posible que alcance el punto de no retorno hacia su final.
El fenómeno de sentirse aburridos o hastiados es muy común, no es exclusivo de la convivencia obligada durante la cuarentena, sino que en cualquier circunstancia. Pero si a ello sumamos un tiempo ilimitado de convivencia en un espacio limitado, estamos más propensos a enfrentarnos a conflictos. Es ante esta sensación de rutina cuando es posible combatir el hastío de la pareja. Por un lado, es momento de reevaluar la relación: ¿así nos veíamos al inicio? ¿qué expectativas se han superado? ¿qué podemos mejorar? Por otro lado, también es válido internarse en un trabajo personal y entender porqué surgen estas sensaciones de aburrimiento o insuficiencia. Observar nuestro propio comportamiento con respecto al otro puede enseñarnos mucho sobre nosotros mismos. Esto ocurre porque nos confronta a analizar los distintos caminos que cada uno ha tomado, y asusta no saber si aún tienen algo en común. En definitiva, antes de tomar cualquier decisión es necesario hacer un análisis personal, y en conjunto, para desbloquear las sensaciones que han entorpecido el desarrollo del cariño.