por Miriam | 8 Abr, 2020 | Blog
Parte de llevar una rutina a cabo implica sentirnos productivos, eficientes y útiles: Realizar exitosamente un trabajo por el cual que recibamos un pago nos hace sentir valiosos. Acompletar las actividades extracurriculares de los hijos, nos permite saber que les estamos dando un desarrollo integral. Reír en una cena con los amigos nos demuestra que ocupamos un lugar irremplazable en nuestro círculo social, que le importamos a alguien. Cada una de estas actividades nos consolida como personas, nos recuerda los diferentes roles que jugamos y nos permite construirnos. Hacer un alto sin previo aviso a todas estas actividades puede cambiar nuestra autopercepeción… y con ello disminuir nuestra sensación de autoestima.
Estar ocupados durante el día nos hace evadir nuestras emociones en cierta medida, de manera que las dejamos fluir sin confrontarlas. Dejar a un lado el ajetreo y los horarios nos da tiempo de adentrarnos en nuestro ser. Así, tenemos oportunidad de observar más detenidamente y con mayor profundidad todo lo que se sacude en nuestra persona…. Aunque no estemos preparados.
El ambiente que se siente tenso e incierto -casi apocalíptico-, tener que convivir con nosotros sin distracciones, y la falta de rutina “normal”, suman la ecuación perfecta para resultar en una depresión. Es ahora el momento para usar nuestros recursos emocionales y psíquicos de manera que no nos desplomemos. Todas las fortalezas que hemos construido es ahora cuando debemos apoyarnos en ellas. Si siempre hacíamos ejercicio temprano, ahora no es el momento de parar. Si nuestros hijos solían estudiar por las mañanas, no es hoy el día para detenerlos. Es el momento exacto de ajustar nuestra rutina con las herramientas que nos han fortalecido y utilizar nuestros “ahorros” emocionales para salir adelante. No construyamos una depresión, reconstruyamos nuestro presente con la misma calidad que veíamos un futuro concreto.
por Miriam | 29 Mar, 2020 | Blog
Nos permite olvidar nuestros dolores, dejar a un lado nuestros pendientes y produce una ráfaga estimulante que nos da un respiro.
Reír es una gran herramienta, no sólo en momentos de estabilidad sino también durante las crisis, ya que nos permite tener otra perspectiva acerca de la realidad. Desde frases simples, imágenes readaptadas y situaciones cotidianas llevadas al extremo, el humor estimula áreas del cerebro que nos obligan a expresar en nuestro rostro una combinación de alegría con relajación. Una carcajada funciona como medicina ante situaciones que nos angustian o nos atemorizan, se convierte en una herramienta para sobrellevar días incómodos e incluso para generar empatía cuando no tenemos otro recurso de intercambio social. Además, nos presenta un sentido de pertenencia con la comunidad, se convierte en una cualidad para compartir y despertar emociones en el otro, por ejemplo, ser agradables.
Pero existe una línea muy delgada para convertir todo este positivismo en burla sin medida. Es muy fácil caer en el sinsentido, además de que en ocasiones la risa tiene el papel de enmascarar emociones que deberíamos confrontar. Si bien reírnos tiene efectos relajantes que permiten afrontar las derrotas o dificultades cotidianas, en ocasiones nos refugiamos en la burla exagerada para alejarnos de lo que realmente debemos resolver. Es decir, el humor puede tanto acercar como frenar el acceso a un crecimiento personal. De esta manera, justificamos dejar un asunto inconcluso ya que, al ser convertido en un chiste, no tiene la importancia suficiente como para que le dediquemos tiempo. Por ello, es necesario evitar que la risa distraiga nuestra atención de los obstáculos que debemos vencer.
Por otro lado, numerosos estudios demuestran que una buena carcajada reduce el estrés, relaja los músculos e incluso quema calorías al tiempo que produce neurotransmisores que generan sensaciones de bienestar. Entendiendo la risa como una herramienta de socialización y de aligeramiento, disfrutemos de sus beneficios fisiológicos y del cambio positivo que provoca en el humor. Hagamos de las sonrisas un aliado, y no otro obstáculo que consume nuestro tiempo negativamente.
Annie Leclerc
Feminista y escritora francesa.
¿Reír? ¿Acaso nos preocupamos alguna vez por reír? Quiero decir reír de veras, más allá de la broma, de la burla, de ridículo. Reír, goce inmenso y delicioso, todo goce…
por Miriam | 12 Mar, 2020 | Blog
Dirigirnos cara a cara con nuestro interlocutor no es la única opción para expresar lo que sentimos: también tenemos la alternativa del intercambio de información a través de Internet. El correo electrónico, los chats, las redes sociales y las cámaras web son medio capaces de hacernos sentir la cercanía con quienes nos rodean.
Gracias a los avance tecnológicos la distancia se ha acortado, las relaciones se han transformado, incluso en la ámbito emocional. Podemos constatarlo en la búsqueda de pareja, amigos o empleo. Nuestra vida también transcurre en el medio cibernético, no es un evento apartado de nuestra cotidianeidad, y no podemos dejar de lado nuestro bienestar. La realidad humana ocurre antes y después de la existencia de Internet, y es momento de convertirnos en parte de esta evolución.
Chefs, abogados, diseñadores, escritores y otros profesionales han logrado adaptarse a esta forma de comunicación, y ello no excluye a los psicoterapeutas. Si nos vamos de viaje, vivimos lejos de nuestro psicólogo o nos hace falta tiempo, los kilómetros que nos separan no son argumento válido para suspender la terapia. La sociedad actual nos ha llevado a buscar nuevas alternativas para sanarnos, pero debe estar seguros de tratar con alguien capacitado para apoyarnos.
Con el ritmo acelerado del mundo en el que vivimos, no sólo se reduce la posibilidad de asistir personalmente a una sesión terapéutica, sino que el tráfico y la demanda laboral aumentan el riesgo de padecer estrés, ansiedad, depresión y un sinfín de afecciones emocionales y psicológicas que necesitan ser tratadas. Incluso, las terapias en línea pueden ser una respuesta para las personas que son muy tímidas o se sienten avergonzadas al iniciar un tratamiento.
La relación entre el paciente y el terapeuta se da con la misma efectividad que en una terapia presencial: el psicólogo guía al paciente a descubrir sus herramientas internas que lo lleven a una independencia emocional. Ahora es el momento adecuado para empezar a explorar alternativas que nos lleven a la salud. Siempre es el tiempo para empezar a amarnos y fortalecernos.