En el discurso popular se suele decir que escuchamos problemas. Que hay que estar “loco” para ir al psicólogo, que me las arreglo con un amigo, etc. Resulta que hay algo de ello pero nuestra escucha va más allá de un “problema”, que si estarías “loco” sería más inaccesible la intervención y ocupamos muchos personajes adjudicados por transferencia más allá de un amigo, etc. Intentamos en nuestra escucha liberar al sujeto del deseo cercenado por mandatos ancestrales, necesidad de reconocimiento del otro, entre otras instancias inhibitorias.
El sujeto del deseo es un sujeto de derecho, contrariamente a un sujeto tomado por la necesidad ajena. Consulta, tanto es así que los honorarios deberían ser lo que el analizarte puede, más allá de la valoración personal del analista en cuanto a su ofrecimiento. Ya que si apostamos a su liberación, al activar al sujeto deseante el dinero viene por añadidura.
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