Está encuadrada dentro de los trastornos de control de impulsos, impidiendo un adecuado autocontrol de la conducta y/o las emociones, la intensidad de esta necesidad puede fluctuar en el tiempo, suele desarrollarse a partir de la adolescencia o de la adultez temprana, pero puede aparecer incluso después, entre el 0,6% y el 0,8% de la población general padece cleptomanía.
A diferencia de los ladrones usuales, quienes padecen cleptomanía no roban para obtener beneficio personal, por rebeldía, por malicia, para cumplir una venganza o similares; roban porque no pueden combatir el impulso de hacerlo, tratan de calmar la ansiedad ante dicho impulso, además, no suele haber premeditación ni colaboración, sino que se trata de algo espontáneo.
Quienes sustraen los artículos tienden a no usarlos, pues suelen esconderlos, también tienden a regalarlos, donarlos o incluso devolverlos en secreto, la actitud violenta o psicótica no caracteriza a la cleptomanía, el diagnóstico correcto se lleva a cabo a través de evaluaciones físicas y psicológicas.
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