Como seres humanos sentimos diferentes emociones. Entre las más básicas están la alegría, la ira, el asco, los celos… y la tristeza. Si bien es normal sentirnos tristes, e incluso a veces melancólicos, es necesario distinguir en qué momento se convierte en una depresión. Al tener miedo de contactar con la tristeza, puede hacerse más profunda escondiéndose detrás de otros sentimientos como el enojo o la ansiedad que enmascaran este sentimiento.
Ante esta circunstancia, es necesario identificar junto con un psicólogo si se trata de una depresión y cómo puede ser resuelta. Algunos signos que nos permiten diferenciar la depresión de la tristeza son:
– Pánico, que se distingue por ser un miedo exagerado e irracional.
– Sensación de impotencia extrema, es decir, sentir que somos completamente incapaces de resolver hasta la tarea más común.
– Temporalidad, es indispensable saber desde hace cuánto tiempo se siente esta tristeza profunda.
– Muchas veces puede haber reflejos en el cuerpo, como aumento o pérdida de apetito, diminución importante de la energía, cansancio continuo.
– El malhumor y/o el enojo constante son dos de máscaras favoritas de la tristeza. Así, se mantiene alejada de las demás personas e impide acercarse a tratarla.
– Sensación de vacío profundo, que se siente como una soledad, como que no hay nada que aportar o que sentir.
– Suceptibilidad, que se expresa al sentirse profundamente herido por algún o acción de las demás personas.
Si te identificas con alguno de estos síntomas, es importante que lo revises con un psicólogo. Tratar de salir de una depresión con cualquier remedio mágico o inmediato, no será beneficioso a largo plazo. Tu salud mental y emocional son lo primero para que tu entorno funcione mejor.
“Nuestro cerebro es el mejor juguete que se ha creado. En él están todos los secretos, incluso el de la felicidad” – Charlie Chaplin, comediante y actor.
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