Creen que sus familiares y amigos son de su propiedad y lo que es peor, no quieren compartirlos con nadie, nuestra pareja nunca, bajo ningún punto de vista, nos pertenece, somos dos seres individuales que han unido sus vidas para atravesar juntos este sendero.
La falta de amor propio y de seguridad en nosotros mismos es lo que nos hace pensar que la otra persona (que nos hace felices o nos ayuda en ciertos aspectos de la vida) es de nuestra propiedad, la persona afectada cree que en cualquier momento aparecerá alguien para quitarle aquello que tanto ama (o cree amar), que siempre habrá gente mejor, más bonita y más interesante para que la pareja la engañe, etc.
En el caso de que nuestra pareja piense que somos de su propiedad y no haya cambiado con el paso del tiempo, lo mejor será poner tierra de por medio, no somos de nadie, así pues, deberemos ejercer nuestro derecho innato a la libertad, ni pertenecemos a nadie, ni nadie nos pertenece, y comprender esto es clave para mantener cualquier relación basada en el respeto.
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