Reconocer que vivimos en un país en el que podemos elegir en qué trabajar, con quién casarnos y a qué círculo social pertenecer se ha convertido en una obligación, en una cuestión de derechos humanos. Decidir cuándo ir al cine, dónde hacer una reunión o si deseamos caminar en la calle, poco a poco se ha transformado en recuerdos distantes, que inocentemente esperamos revivir con prontitud.
Sabemos que poseemos libertad, que somos seres relativamente independientes y autodeterminados. La constitución nacional nos alienta a elegir una cotidianidad según nuestras convicciones y necesidades, permitiéndonos tener cierta calidad de vida. Pero, ¿qué pasa cuando nuestra movilidad se ve afectada por una enfermedad que aún no padecemos? Cuando el objetivo es mantener nuestra salud y proteger a la comunidad, cuando las normas sociales e incluso las leyes políticas cambian, ¿continuamos siendo libres?
Para Nelson Mandela, ser libre no es sólo romper las cadenas propias, sino vivir respetando y mejorando la libertad de los demás. Es decir, que atendiendo el deber comunitario ejercemos nuestra libertad. Bob Dylan complementa esta idea nombrando “Héroe” a la persona que entiende la responsabilidad que conlleva el no tener ataduras. Entonces, podemos comprender la libertad como un compromiso con el otro en medida de nuestra propia supervivencia. El contagio masivo se ha vestido de responsabilidad social, sin estar necesariamente relacionado con las leyes nacionales ni con una cuestión de opresión, sino con la intención de avocarnos a nuestras propias elecciones.
El filósofo Voltaire pensó que la libertad deviene de uno, y que el hombre es libre en el momento que desee serlo… ¿será cierto? ¿aunque no continuar con nuestra rutina? Albert Camus, a través de su pensamiento existencialista, señala que la libertad no es más que la oportunidad de ser mejor persona. No tener limitaciones puede construirnos como seres humanos. Finalmente y apelando a la libertad, José Martí dice que el primer deber de un hombre es pensar por sí mismo. Quizás sea pensarse a sí mismo, por que en medida que se reconoce, es. Entonces, si reunimos estas ideas podemos entender que la libertad no existe a partir de las normas, de la falta de cadenas o de la voluntad, sino más bien desde el interior. De tener la opción de pensarnos como seres humanos capaces de mejorarnos y aportar a la sociedad. De tener el deber de ver hacia nuestro interior y encontrar ahí la libertad.
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